Patrick Lobos no olvida de dónde viene. Aunque hoy viste la camiseta de Santiago Morning y entrena a diario con futbolistas profesionales, sus orígenes están marcados por el esfuerzo, la constancia y el apoyo incondicional de su familia. Con solo 19 años, ya sabe lo que significa debutar en Copa Chile y luchar por un lugar en el fútbol grande.
“Mis inicios empezaron desde los 8 años en la escuela de Colo Colo en el Monumental, después pasé a Audax Italiano en cadetes donde estuve cuatro años y lamentablemente no pude seguir. Después se me dio la oportunidad en Santiago Morning, llevo 7 años en el club, subí al primer equipo, fui citado por Copa Chile y me hicieron debutar”, cuenta con orgullo.
Tras su debut oficial, ha sido considerado en otras cuatro convocatorias, y aunque aún no suma más minutos, su presencia en el plantel principal es señal de que el sueño sigue firme.
“Sentí que fue un sueño que siempre quise: convertirme en un jugador profesional y llegar a un equipo grande como el Morning. Mucha felicidad con el debut y todo”, añade.
Con los pies en la tierra, pero la mirada en alto
Patrick sabe que este es solo el comienzo. “Mis siguientes pasos son mantenerme en el club hasta que me hagan un contrato y después llegar a Primera División y al extranjero”, proyecta sin titubear. Su mensaje para las nuevas generaciones de La Pintana es claro: “Que cumplan sus sueños y que no se les acabe el chip de ser jugador profesional. Que nunca dejen de luchar por sus sueños”.
Tras ello no dudó en señalar cuál es uno de sus máximos anhelos en el fútbol profesional del país: “Quiero llegar a Colo Colo, soy hincha y sería un tremendo orgullo vestir esa camiseta“.
Y antes de cerrar, se toma un momento para agradecer. “Quiero mandar un mensaje para mis papás, que siempre estuvieron en las buenas y en las malas. Me ayudaron en todo y sin ellos hubiese sido imposible cumplir el sueño. Les doy gracias a ellos más que nada”.
Desde las canchas comunales hasta los estadios profesionales, Patrick Lobos encarna el espíritu de La Pintana: talento, sacrificio y convicción. Un ejemplo de que cuando el sueño es fuerte, y el corazón aún más, no hay límites que lo detengan.